Mucha gente piensa que las emociones negativas, la ira, el miedo, el dolor, la preocupación y la tristeza son momentos negativos y hay que intentar en lo posible, evitarlas.
Y en verdad, todas las emociones, positivas o negativas son buenas para nosotros, hasta cierto punto.
La ira es la motivación que nos hace movernos. Es lo que nos hace tomar decisiones como dejar nuestros puestos de trabajo actuales, cambiar nuestras relaciones, o alejarnos de lo que no nos conviene para mejorar nuestra situación.
Pero el exceso de ira o enojo que no se expresa correctamente, se vuelve explosivo.
En mi generación, a los niños se les decía que debían ser buenos y tranquilos. Nunca nos animaron a expresar nuestro enojo de una manera saludable. Es por eso que muchos de nosotros nos guardamos la ira y nos amargamos a causa de ella.
A algunos de nosotros nos dijeron que debemos poner nuestra mejor cara de felicidad aun cuando estemos tristes. Sin tristeza no hay alegría y con alegría al fin y al cabo no hay tristeza. A veces es bueno sentir tristeza para poder identificar las cosas que nos ponen tristes y reconocer que la felicidad es de cierta forma, la ausencia de tristeza.
Cómo podemos tener el uno sin el otro, para que podamos apreciar estas circunstancias cuando se presentan?
Pero tampoco debemos ir al extremo, ya que demasiada alegría nos vuelve maníacos y demasiada tristeza se convierte en depresión. Como se puede ver, estos dos se equilibran entre sí.
La preocupación es muy común en nuestra sociedad hoy en día. La mayoría de personas con las que tenemos contacto están preocupadas por algo, la más común de todas es la preocupación por las finanzas.
Una vez más, la preocupación es otra emoción que nos puede beneficiar si se utiliza correctamente.
La preocupación lleva a pensar qué es lo ideal para dar prioridad a nuestros problemas, pero esta forma de pensar puede llegar fácilmente a generar confusión o a la sensación de angustia, haciendo dar vueltas y vueltas a los problemas sin encontrar solución, cuando la preocupación es muy grande.
La emoción del miedo es también común. El miedo desde un punto de vista positivo es muy parecido a la ira, si tenemos miedo corremos, gritamos y nos movemos; pero si el miedo es demasiado grande nos puede dejar temblando, lo que lleva a la debilidad o a la parálisis.
El miedo, desde el punto de vista positivo es lo que nos mantiene a salvo de las amenazas.
Como les digo a mis clientes, el dolor no siempre es por la muerte de alguien, también puede ser por la pérdida de algo, por la pérdida de la comunicación, de una amistad o incluso por la pérdida de uno mismo.
El duelo ayuda a la dispersión, a la capacidad de recordar lo bueno y dejar de lado lo malo, que es lo que nos permite seguir adelante. Cuando muere un ser querido es doloroso al principio, pero a medida que pasa el tiempo, el dolor se vuelve soportable.
Demasiado dolor trae desesperación y puede llevar a la pérdida de la esperanza.
En el futuro, cuando usted esté experimentando cualquiera de estas cinco emociones, no se entregue a fondo a ellas y piense que pronto van a desaparecer.
Cuando esté explorando sus emociones, pregúntese por qué se siente de esa manera, qué le están tratando de enseñar y si hay una manera más saludable de expresarlas.
Siempre tratamos de mejorar en todos los niveles, especialmente en la Salud, pero es importante no sólo estar pendiente del cuerpo físico, sino también de la salud mental, emocional y espiritual, y en ese mejoramiento continuo, las emociones juegan un papel muy importante para identificar las cosas que no están bien, cambiar y continuar nuestro camino hacia la superación personal.
Por Melissa Borgh