La motivación es un impulso interno que tenemos para lograr algo. Va más allá de los instintos y deseos. Es el compromiso de lograr lo que te propones a pesar de las dificultades o desafíos.
Las personas que están muy motivadas pueden fallar inicialmente, pero por lo general ven los fracasos como parte del proceso de aprendizaje y como oportunidades para mejorar sus estrategias.
Llegando hasta el límite
Como dice el refrán: «lo que no te mata, te hace más fuerte.» Parece que las personas con motivaciones siempre se esfuerzan hasta el límite, incluso si están al borde del fracaso.
Un ejemplo de personas con motivaciones son los corredores de larga distancia en los Juegos Olímpicos, que llegan hasta los límites de la resistencia humana.
El simple hecho de tener las aspiraciones de lograr algo, es diferente a estar realmente motivado para lograr esos deseos.
Todas las personas tienen sueños y aspiraciones, pero sólo unos pocos logran realmente tener éxito. La mayoría de los sueños y aspiraciones nunca se realizan. Hay muchos factores a considerar, pero el factor principal es el débil impulso de motivación de la mayoría de la gente.
Interiorizando las motivaciones
Los factores motivacionales pueden ser negativos o positivos, que actúan como armas de doble filo. La motivación es siempre una elección personal para actuar sobre los objetivos.
Los incentivos pueden proporcionar un estímulo, pero estar motivado en última instancia dependerá de la mentalidad individual. Por ejemplo, un estudiante perezoso no necesariamente responde a la amenaza de ser suspendido.
Al igual que el incentivo de tener buenas calificaciones y ser reconocido en el cuadro de honor no necesariamente hará que un estudiante estudie con más dedicación.
Los factores de motivación extrínsecos sólo son efectivos si la motivación intrínseca es sincera. Sin embargo, la motivación va más allá de la mera reacción a los estímulos. Es tratar de mantener la reacción y la motivación interior como una unidad.
Las aspiraciones sólo se convierten en metas alcanzables si se convierten en motivaciones.
Consejos
Establece metas – Los objetivos deben ser específicos, medibles, alcanzables, relevantes, realistas, fijos en el tiempo y de duración determinada.
Planea – Una vez que los objetivos están claramente establecidos, hacer planes es el siguiente paso lógico. Que implica dividir el objetivo en objetivos intermedios manejables. También debe incluir la asignación de recursos como dinero y tiempo.
Ejecuta el plan – La procrastinación (posponer, aplazar, diferir) debe ser evitada. Es fundamental que el plan sea implementado lo más pronto posible. Comenzar temprano te permitirá hacer los ajustes a las estrategias y así lograrás la máxima calidad en lo que te propones.
Comprométete – Los objetivos y planes son inútiles si son fácilmente descartados una vez que encuentras dificultades. Es necesario, sobre todo para objetivos difíciles y de largo plazo, que haya un alto nivel de compromiso.
Mantén el enfoque en las cosas más importantes, esto le ayudará a mantener la responsabilidad y obligación que ello necesita.
Aprende – Los planes sirven como guías, pero no son necesariamente mapas infalibles. Incluso con la ayuda de éstos, otras rutas pueden ser descubiertas.
Por lo tanto, es importante ser lo suficientemente flexible como para aprender cosas nuevas y cambiar las estrategias cuando sea necesario.
Pide ayuda – No importa el talento o lo inteligente que una persona sea, él o ella no siempre puede hacer todo lo que se necesita para lograr sus objetivos personales. Pedir ayuda a otros hará que las tareas sean mucho más fáciles.
Por ejemplo, si una persona quiere construir un imperio empresarial necesitará la ayuda de socios, directivos, profesionales especializados, asistentes y empleados.
Por Lesley A Knowles.